EL ASESINATO DE LETELIER (ÚLTIMO CAPITULO)

Siervos de dos patrones 

En nuestro Capítulo 3 sobre este tema describimos lo que pudimos ver a través del ojo de la cerradura sobre la reunión celebrada en la Asesoría Jurídica de la CIA el 22 y 23 de agosto de 1978, por fiscales, embajadores y otros funcionarios sobre como afrontar las audiencias judiciales que se avecinaban para tratar la extradición de Contreras y Michael Townley.

En tales conversaciones se trató como punto principal la preocupación por la conducta que seguiría frente al proceso judicial el jefe de la DINA chilena, el General Manuel Contreras.

La cronología del Departamento de Estado del capítulo siguiente, describe que Contreras chantajeó a los fiscales norteamericanos, amenazándolos con declarar su relación con la CIA, a cambio de impunidad, propuesta que le rechazaron.

Al margen de la difícil credibilidad de Contreras, está probado que mantuvo relación regular con la CIA nada menos en la persona de su vicedirector Walters, e inclusive se han registrado pagos de la CIA a este oficial del ejército chileno en actividad, jefe de la inteligencia política de ese país. Precisamente en el tiempo previo al crimen de Letelier.

El dramaturgo veneciano Carlo Goldoni, se regodeó ironizando, a mediados del siglo XVIII, en su obra teatral “Siervo de dos patrones”, situación que en este caso ni siquiera es exclusiva de Contreras.

La dictadura chilena no podía eludir la responsabilidad de su jefe de inteligencia en la actuación personal de su reconocido subordinado Townley en el crimen de Letelier

Pero el gobierno de EEUU, como tantas otras veces en su historia, negó y sigue negando su propia participación en los hechos.

Por eso Pinochet destituyó a Contreras como jefe de la DINA (no hay otra razón para su intempestiva renuncia el 21 de marzo de 1978), ofreciéndole no extraditarlo a EEUU. Donde además, paradójicamente también se temía su presencia en el juicio por razones que surgen de los documentos desclasificados que hemos comentado en los capítulos anteriores.

Esa extradición nunca ocurrió. Contreras fue condenado en ausencia en EEUU, y recién fue juzgado en Chile por el crimen de Letelier, siendo condenado a siete años de prisión en 1995. Más tarde sería condenado a 529 de cárcel por los demás crimines cometidos como jefe de la DINA. Murió en 2015.

Otro actor protagónico 

Por su parte Michael Townley hizo también el papel de la obra de Goldoni para los mismos patrones.

En nuestro juicio prestó declaración testimonial Mario Castillo Bustamante, quien fuera alto mando (subprefecto) de la policía civil chilena. Fue el responsable de investigar el crimen de Letelier en los años de la post dictadura de su país.

Expuso que se entrevistó en tres oportunidades con Townley, siempre en territorio norteamericano, y que éste le manifestó haber sido agente de la CIA al mismo tiempo que prestó servicios para la DINA chilena.

El propio hecho (Cap. 1) que el embajador de EEUU en Santiago le concediera visa para ingresar a su país, con un pasaporte que él mismo sabía falso, tanto en el nombre como en el mentido carácter de militar chileno, evidencia la participación activa del diplomático en la maniobra. Estaba también oficialmente enterado del “problemático” asunto del intento de visas en Asunción y hasta del involucramiento del Gral. Walters. Hechos más que elocuentes, de la voluntad del embajador de dejar pasar con nombres falsos a dos agentes que le constaba estaban relacionados con la CIA.

Por otra parte Townley usaba para su trabajo como doble agente varios pasaportes como ciudadano norteamericanos con distintos nombres.

Por ejemplo, pocas semanas antes del asesinato de Letelier, Townley estuvo en Buenos Aires, donde ingresó con pasaporte con el nombre de Kenneth Enyart.
El periodista e investigador John Dinges entrevistó años más tarde al jefe de FBI con sede en Buenos Aires, Robert Scherrer, quien le confirmó que el 12 de agosto de 1976, Townley concurrió al centro clandestino de detención “Talleres Orletti”, ubicado en el barrio de Flores.

Allí “interrogó” (eufemismo de torturó) a dos empleados de la Embajada de Cuba en Argentina, que habían sido secuestrados tres días antes, el 9 de agosto a pocas cuadras de la sede de la embajada,

La historia de los interrogados, Jesús Cejas y Crescencio Galañena, secuestrados, torturados, desparecidos durante 27 años, hasta el hallazgo de sus cuerpos en 2012 y 2013 respectivamente, merece un capítulo aparte.

Aquí, para cerrar los elementos probados en nuestro juicio sobre Townley, destacamos que “Talleres Orletti”, fue la sede emblemática de la Operación Cóndor en Buenos Aires, durante mucho tiempo.

La actuación de Townley allí fue corroborada por los testimonios de Stella Calloni, Samuel Blixen y José Luis Méndez Méndez.

“Es típico de la CIA, bajo la doctrina de la denegación plausible, mantenerse deliberadamente en las sombras , utilizando “recursos” y agentes de terceros países para transmitir los mensajes y ejecutar las acciones...”.

Ese concepto es documentadamente desarrollado por J. Patrice Mc Sherry, catedrática de la Universidad de Long Island (estado de Nueva York), en su notable obra editada en castellano en Uruguay y Chile, “Los Estados Depredadores: la Operación Cóndor y la guerra encubierta en América Latina” (pág. 232).

Es una de sus conclusiones sobre la operación que llevó al asesinato de Letelier.

El libro citado forma parte del acervo probatorio de nuestro juicio y fue reiterada y selectivamente citado en los fundamentos de la sentencia.

Su investigación incluye un análisis excepcional no solo de documentos desclasificados sino de los juicios realizados en EEUU y Chile en tormo al asesinato de Letelier, y recordemos también de la ciudadana norteamericana Ronnie Karpen Moffit.,

En ese libro informa que en 1978 un gran jurado condenó a los chilenos Contreras, Espinoza (su segundo en la DINA) y Fernández Larios todos ellos en ausencia ; y a los cubanos “anti castro” Guillermo e Ignacio Novo, Alvin Ross, Virgilio Paz y José Dionisio Paz por asesinato y conspiración para asesinar a Letelier y Karpen. Un tribunal de apelación anuló la sentencia por cuestiones formales, y finalmente estuvieron presos muy poco tiempo,

Por su parte Michael Townley, que en esos días fue expulsado de Chile, negoció con la fiscalía en EEUU una rebaja de su pena a cambio de reconocer que había participado de la conspiración para realizar el atentado, recibiendo una condena menor, que no nos consta haya cumplido.

Además se le garantizó que no sería extraditado a Argentina por haber asesinado a Prats, ni a Italia por su participación en el atentado a Bernardo Leigthon.

Una negociación similar concretó su cómplice Fernández Larios en 1987. Ambos viven en libertad en EEUU, usando otros nombres como ocurriera en gran parte de su actividad delictiva.

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